💌 Carta de tu Cuerpo (Que Nunca Leíste)

Hola.
Soy yo, tu cuerpo.
Quizá nunca pensaste que yo también tengo una voz.
Una voz silenciosa, pero constante.
Una voz que no grita, pero duele.

He estado contigo desde el primer segundo de tu vida,
pero últimamente siento que solo me ves cuando me quejo:
cuando la espalda arde,
cuando el estómago se revuelve,
cuando las piernas pesan,
cuando el pecho se aprieta y no sabes por qué.

Quisiera que supieras algo…
No quiero causarte dolor.
Solo intento hablarte.

¿Me escuchas cuando me quejo?

Cada dolor que sientes no es tu enemigo.
Es mi manera de decirte: «Hay algo que no está bien.»

• El dolor de cabeza no siempre es estrés: a veces es agotamiento emocional.

• El cansancio que no se va con café puede ser tristeza acumulada.

• El ardor estomacal no siempre es comida: puede ser culpas no digeridas.

• El dolor muscular persistente no siempre es mala postura: es tensión no liberada.

A veces me curas con una pastilla.
Y se lo agradezco.
Pero… eso solo silencia mi voz.
No resuelve lo que quiero contarte.

¿Recuerdas cuando éramos uno?

Cuando dormías sin culpa.
Cuando comías con calma.
Cuando jugabas, bailabas, reías.
Cuando me dabas sol, aire, agua y descanso.

Hoy me llenas de pantallas, estrés, comida chatarra, quejas, ansiedad.
Y yo… sigo aquí. Aguantando.
Haciendo lo mejor que puedo.
Sosteniéndote.

Pero me canso.
Y me apago.
Y me enfermo.

Aún estoy a tiempo. Aún puedes salvarme.

No quiero que tengas miedo.
No vengo a asustarte.
Vengo a despertarte.

Solo necesito que me escuches.
Que me cuides.
Que me vuelvas a mirar como antes.

Porque si tú me cuidas,
yo te puedo llevar tan lejos como sueñes.
Te puedo hacer fuerte. Feliz. Vivo.
Solo necesito que vuelvas a casa.
A tu casa.
A mí.

Con amor,
Tu cuerpo.